Nos queda el dolor ¿verdad?

Plagando el silencio de dolorosos gritos insonoros. Siempre quisiste acallar ese sentimiento que afloraba de tu pecho y me hacía inmensamente feliz. Tu nunca quisiste quererme, pero lo hiciste. Y por ello, tu forma de hacerlo fue destructiva. El te quiero de la mañana era el que te den de la noche. Las lágrimas del día, seguían siendo las mismas en distintos amaneceres.
Me diste amor, si; pero detrás de aquellos sentimientos fingidos siempre hubo veneno.

 [-¿Cuando empezamos a perdernos?
-Cuando le dijiste adiós a esto.]

No hay comentarios:

Publicar un comentario