Los recuerdos acaban destruyéndonos

Nos dejan hechos trizas. Desintegran la poca entereza que puede quedarnos después de una despedida cruel y triste. Cuanto más felices son, peor nos resulta recuperarnos del golpe. Cuanto más hayas amado, querido o apreciado a alguien, más duele luego estar si él.
Y lo peor, lo peor de todo, son los recuerdos que aún perduran. Cuando alguien te habla, y por un efímero segundo, piensas que es esa persona. Hueles su aroma, y sientes su presencia tan cerca que se te eriza la piel.
Y no te explicas como aún después de todo, sigues necesitandole.

[-¿Porque le odias tanto?
-Por que una vez le amé demasiado.]

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