No te diste cuenta de nada.

Los días continuaban claros para tí, llenos de luz, y de sueños. Buenos recuerdos, y un futuro largo, cercano, perfecto.
Pero no lo veías. No veías como yo, poco a poco, me iba rompiendo. Por cada mirada, por cada gesto, o por cada palabra hermosa que no iban dirigidos ni a mi rostro, ni a mi cuerpo, ni a mis oídos. Pero tú pensabas que eso era lo correcto. Ocultarme aquél secreto a voces, para continuar haciéndome feliz.
Amor, no entendiste lo que quise decir el primer día que te conocí. No entendiste nada. Cuando te dije que tu serías mío, y yo solamente tuya, me refería a siempre. Y solo a nosotros dos. A que nadie entrara jamás en nuestra burbuja con la cruel intención de hacerla estallar en pedazos. Pedazos que se llevarían, sin duda, todo de mi.
No entendiste que, cuando te dí mi corazón, lo hice para siempre. Y si, fui yo la que se expuso. Fui yo la que dejó su corazón en tus manos, a riesgo de que pudieras rasgar la poca entereza..la poca fuerza que le quedaba. Fui yo la que se entregó en cuerpo, pero sobre todo en alma. Fui yo la que quiso amarte hasta quedarse sin aliento.
Pero fuiste tu el que me partió por dentro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario