Ni la historia más sangrienta

 hizo que un corazón temblase tanto de rabia, miedo, dolor y muerte. Pedazos sin vida de lo que un día fuimos, esparcidos por el suelo, junto a mi dignidad, junto a mis sueños. Miles de ellos felices, rotos con simples palabras que sin embargo, herirían al más fuerte. Ilusiones vacías que tu alimentabas, y que yo creía realizadas, y que no obstante, para tí no eran más que otra cosa con la que lidiar en tu día a día.. como si yo no fuera importante. Como si mis esperanzas no merecieran ser cumplidas. Como si yo no mereciera ser feliz, aunque solo fuera por un mínimo, efímero y pequeño segundo. Tu egoísmo te pudo..pudo con nosotros. Pero sobre todo, pudo conmigo. Rasgó mi entereza hasta casi consumirme, haciendo que mi pobre y roto corazón estallara en llamas, sin posibilidad de resucitar cual ave fénix. Se quemó, y lloró por ti. Lloró hasta casi desgastarse, y cuando lo logró, siguió llorando, anhelante de alguna caricia que consiguiera hacerle seguir latiendo.
Mi corazón murió por el tuyo. Murió para que el tuyo siguiera latiendo. Murió por ti, y aun sigue cayendo. Y desde la oscuridad, observa, dolido, como jugaste con el. Como lo usaste, mantuviste, y tiraste. Como lo arrastraste por el fango, como si no fuera nada. Como lo ataste a fuego al tuyo, de una manera que incluso ahora, después de muerto, sigue doliendo.
Escuchó tantas veces tu voz, que se volvió vulnerable a ella. Al tacto que ello representaba. Al aroma de tus palabras.
Cuando mi dañado corazón escuchó como me dejabas de aquella manera tan dura, tan falta de afecto, amor, cariño..cuando fue consciente del dolor que estaba soportando, dejó de sentir. No sientes nada cuando estás carentes de sentimientos. Se obligó a morir. A morir en vida.
Me destrozaste. Me dejaste hecha trizas. Yo ya no era yo. Ni siquiera fui el fantasma de lo que un dia había sido. Simplemente, acabaste con mi alma. La dejaste hecha pedazos. Sin remordimientos. Sin arrepentimiento.
Le arrebataste a mi corazón la poca vida que le quedaba, sin tan siquiera pedir permiso.

Pero ahora te has ido... Y ¿sabes que? Puede que duela. Puede que incluso tu ausencia no ayude a mitigar el malestar que siente mi corazón. Pero fuiste mi enfermedad. Y las enfermedades no son buenas, ni sanas. Y cuando se van, es porque hemos logrado curarnos. Y yo voy a curarme.
Volveré a ser esa chica que reía por la cosa más estúpida del universo. Volverán esos tiempos en los que nada ni nadie podía acabar con mi felicidad. Volveré a ser aquella que saltaba en los charcos, volaba en sueños, y cantaba a la vida. Esa chica que corría detrás de las palomas, solo para ver la hermosa estampa que deja el que huyan despavoridas, alzando el vuelo. Aquella chica que creía en el amor y quería enamorarse. Seré de nuevo aquella niña que no le tenía miedo al dolor. Aquella niña feliz que era antes de haberte conocido.
Te he sacado de mi vida, y me ha costado.
Pero puede que haya sido lo mejor que he podido hacer. Te has ido, y no vas a volver. No quiero que vuelvas. Solo quiero que desaparezcas y me dejes ser feliz.

[Porque no volverás a verme llorar.
Porque solo me verás sonreir.]

No hay comentarios:

Publicar un comentario