Encontrarla

fue el aire que llenó mis pulmones de nuevo. Vivi por ella, existía, me despertaba, y era feliz por ella.
Todo, todo era por ella. La luz que me trajo de las sombras. El sol que alumbró todas mis mañanas.. la luna, pícara, que me miraba desde la distancia, pero que me tocaba con su resplandor.
La quise tanto que a veces me sentí morir. Anhelo sus labios, hechos para acoplarse a los míos con esa facilidad que asusta al más valiente. Deseé su cuerpo tan fervientemente, que al tenerlo, mis manos temblaban, mientras su pelo cosquilleaba mi vientre, mi clavícula.. Sus ojos, los míos. El mismo mar, la misma tierra.
Amé tanto a ese ángel que a veces me sentí volar. Sus plumaje blanco acariciando mis entrañas, haciendome soñar con un mundo solo, un mundo nuestro. Ella y yo. Ella. Siempre ella...

[Ya no te amo. No te quiero, ni te deseo. Pero cuánto lo hice..]

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